miércoles, septiembre 17, 2008

 

-Maldito universo, maldita estrella, maldita pegatina de la guantera, maldito botón de encendido, maldito asiento, maldito… -murmuró Avalon tras aceptar la nueva caza.
-Venga venga, no te quejes, esto es por poder llegar a fin de mes –Shigu, la mascota de Avalon, daba pequeños brincos encima de la cabeza de su amo tratando de liberar su creciente malhumor.
-Como se supone que yo, el gran, el magnífico Avalon, el cazador de oro, tenga que aceptar… ¡esta memez! ¡Es imperdonable! ¡Es bochornoso! ¡Humillante!-esgrimió con el dedo índice sobre el panfleto donde se rogaba encontrar una mascota.

En dicho papel se indicaba la siguiente descripción:

Su nombre es Rosa Estrella, amable, cariñosa, su cuerpo parece de algodón.
Sus dueños la echan terriblemente de menos, y la recompensa es más que cuantiosa para aquél que logre regresarla a su hogar.

-Haberlo pensado antes de comprarte ese traje que sobrepasaba pavorosamente de tu sueldo –le miró de reojo Shigu, con una sátira que se clavó cual flecha traicionera en la espalda de su amo.
-Pero es que… no pude evitarlo… estaba pidiendo a gritos que lo comprase… -Avalon esbozó la misma cara de pena, lástima y desasosiego que el día que su amado traje, uno de tantos miles, tubo la fatídica suerte de cruzarse por su campo de visión.
-Que yo sepa los trajes no hablan… -el especial tono de reproche que aplicó al rebatirle volvieron a patear la dignidad de Avalon, quien, afligido, sacudió el papel de “se busca” dándose por vencido frente a sus “pequeñas” excentricidades.

* * *
-Shigu…
-Avalon…
Ambos, maestro y mascota, se encontraban corriendo por una zona desierta de planicies arenosas con un número reducido de árboles secos, los cuales estaban esparcidos de forma aleatoria. Al cruzarse sus miradas, las palabras no fueron necesarias, pero aún así, Avalon, quien no sabe callarse ni bajo el agua atado con correa y bozal y con calcetines en su boca, clamó a su compañero o, cualquier espontáneo que pudiese escucharle, sus primeras impresiones acerca de la presente captura del día:
-¡¿PERO QUIEN COÑO TIENE LOS SANTOS HUEVOS DE TENER UNA MASCOTA DE VEINTE METROS?! ¡¿Y POR QUÉ DIABLOS NO LO PONÍA EN EL PAPEL?!
-Bueno, al menos no nos ha costado mucho encontrarla ¿no? –Shigu se rió sonoramente, para él todas las situaciones que salían de la norma eran una fuente de diversión, aunque su amo pensara completamente diferente.
-Pero que gracioso… -Avalon encontró un momento para mirarlo con cara de asqueado mientras ambos corrían como si les persiguiera el diablo- Oh no… ¡oh no! Estoy empezando a sudar a raudales… y si sudo mancho el traje, luego apesta, y si apesta me cabreo, y si me cabreo…
Se detuvo produciendo una impresionante derrapada con las suelas y levantando un humo que ocultó su figura unos breves instantes, en disiparse, se puso las manos en dos fundas atadas a la cintura y sacó dos pistolas haciéndolas girar con sus dedos, a modo de eje, hasta que se colocó en una elegante pose osada. La criatura, perdón, mascota de veinte metros se aproximaba entre zancada y zancada. Cada paso que daba la tierra temblaba, ya sólo faltaban escasos metros hasta que el enfrentamiento entre el cazador y su presa se hiciera inevitable cuando…
-Nooooooo, ¡si la matas te quedarás sin el dinero! –Shigu le dio una terrible patada con una de sus largas patas posteriores para hacerle recobrar el juicio al idiota de su amo.
-¿Quien ha hablado de matarlo? ¡Lo voy a pulverizar! –Avalon apretó los dientes, frunció el ceño, extendió los brazos y puso sus dedos en los gatillos tras quitarles el seguro.
Una gota de sudor se deslizó pesadamente sobre la sien, la tensión ante la llegada de la abominable mascota acrecentaba a cada segundo. Shigu vio la gran metedura de pata que estaba a punto de cometer y, solventó en deslizarse encima de los hombros de Avalon, acercar su pequeña boca negra y pronunciar las palabras mágicas que tan buen efecto surtían en el cazador:
-Tienes una arruga en el traje…
-¡¿Qué?! ¡¿Dónde?! ¡¿Dónde la tengo?! ¡El mundo llega a su fin! ¡Voy a morir! ¡No puedo luchar con una arruga en el traje! –Avalon se hundió en su propia desdicha, apartó su mirada del mundo y de su enemigo.
En ese momento Rosa Estrella apareció cual Julieta corre hacia Romeo, sólo hizo falta levantar la pata para tratar de coger al desconsolado cazador para mandarle de un porrazo unos cuantos metros más allá de donde se encontraban. Pero como todos los tontos tienen suerte, Avalon cayó justamente, como si Dios así lo hubiera querido, al lado del “Soul of Sword”, su gigantesco mecha de batalla.
Tras repetidas bofetadas de Shigu, quien había volado también a lomos de su amo tras el tremendo golpe de amor de la cariñosa Rosa Estrella, logró por fin que Avalon recuperara los sentidos.
Medio lloriqueando por los notorios daños que había sufrido su querido traje, subió a la cabina de pilotaje del Sword. Puso el sistema en marcha y salió al encuentro del causante de su eterno dolor. Shigu se subió de nuevo a su cabeza, preparado para fusionarse con el Soul of Sword a la orden de Avalon.
-Shigu, preciso de tus habilidades.
-¡A la orden!
Shigu se fundió con el sistema de control del “Sword”, de modo que el mecha pasaba a heredar sus habilidades mágicas en combate. Algunos de los modelos de Sword incorporaban esa posibilidad siempre que un piloto poseyera un compañero que ofreciera esas especiales características.
-Bien… ¡Procedamos a la captura! Canalización de la magia activada. ¡Sable de Hielo!

* * *

Una vez Avalon se hubo puesto en serio, no les costó demasiado trabajo agenciarse con la recompensa de forma satisfactoria. Sin más contratiempos, pusieron rumbo a Gayaldia tras completar la misión en Cylon, pero, en el transcurso de su trayectoria de regreso a casa, en la periferia de Priarius, observó una nave de proporciones considerables la cual parecía estar transportando alguna mercancía en el más estricto de los sigilos.
Pero como le importaba un pimiento lo que sucedía a su alrededor, hizo caso omiso a tal evento. Siguió navegando por el espacio con el “Soul of Sword” montado en la tabla especialmente diseñada para ese modelo.
-Siempre nos acercamos tanto a Priarus cuando salimos a acometer misiones en el exterior, que cualquier día nos va a pillar algún neo-humano… ya sabes que muchos de ellos odian a los de Gayaldia. –expuso el pequeño Shigu, al parecer, él si se preocupaba de la inminente guerra que se perfilaba a la vuelta de la esquina. Pero Avalon no atendió a la advertencia y siguió pensando en el dinero de la recompensa.

 

Anónimo buscó la energía ilimitada a las 9:32 p. m.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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