viernes, septiembre 12, 2008
Una solitaria nave monoplaza navegaba a través del mar negro del espacio tan sólo iluminada por las salpicaduras resplandecientes de planetas, asteroides, cometas y partículas estelares.
Soren di Arcadia, un joven prometedor sabio de la raza de los Bandege, se dirigía a un encuentro confidencial con algunos de los científicos de máxima reputación en el imperio Priarus. Durante su viaje no cesaba en recordar su ira creciente cada vez que debía depositar sus pies en suelo enemigo. El crujir de los dientes, los nudillos haciendo tensar la piel de los guantes, y una única sentencia en su mente:
-¡JAMÁS! Jamás les perdonaré por arrebatar-me todo cuanto amaba…
Su llegada se mantuvo oculta a la opinión pública, no era grato que los demás habitantes supiesen que un bandage colaboraba con los Priarus -a pesar de que biológicamente fuera un neo-humano-, especialmente para algunos de los sectores más radicales.
Apeó su caza “Behemoth” en la pista de aterrizaje, reservada para personal influyente, en uno de los confines más herméticos del imperio Priarus. Para recibirle salieron varios hombres de distintas edades y longitudes de barbas.
-Sir Soren di Arcadia, nos complace tu visita rutinaria, hemos avanzado mucho la investigación en el sistema de pilotaje neuronal y psíquico del “Lucifel”.
Soren se reservó contestar rápido, mientras iban andando camino del laboratorio esbozó la más distinguida sonrisa que un buen actor puede llegar a plasmar. Acto seguido, su habitual cortesía y protocolo hicieron buen hincapié en sus camaradas de estudio.
-Me alegra saber eso, señor Sheldrake, de hecho esta semana he estado pensando en unas variaciones oportunas para el programa, y el armamento de nuestro proyecto. Lucifel se merece las mejores prestaciones.
-No lo dudamos sir Soren, teniendo en cuenta que usted en persona acudió en nuestra ayuda para confeccionar tal criatura con un poder destructivo inimaginable. De buen seguro su producción y puesta en marcha enriquecerá nuestras arcas y podremos expandir nuestras ramas de experimentación.
Soren dibujó una amable sonrisa, llena de júbilo y impregnada de orgullo. En especial porque sus compatriotas, o más bien, futuros sacrificios, no se esperaban cuáles eran los verdaderos planes para su apreciada “criatura”.
-Sir Soren, su mente es una gran aportación, no sabe cuanto nos agrada que esté usted entre nosotros.
Sheldrake estrechó enérgicamente su mano con la de Soren, embargado por las grandes promesas que aparecían en el horizonte de Priarus. Soren, a su vez, le devolvió amablemente la encajada de manos, brindando interiormente por motivos muy diferentes.
Alastor
buscó la energía ilimitada a las
9:02 p. m.
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